Huellas dactilares, cremas, partículas de suciedad y de polvo, grasa de la piel y de las cejas... hay muchas cosas que acaban acumulándose en los cristales y en la montura de tus gafas. Para recuperar una visión nítida, habrá que limpiar las gafas regularmente. Un asunto sencillo que no tiene mayor misterio, ¿o sí?
Muchos usarán lo que tengan más a mano para limpiar sus gafas: un pañuelo, la manga de la camisa o una servilleta de papel, haciéndole un flaco favor a sus gafas. Una limpieza correcta aumenta la vida útil y la durabilidad de los cristales. El mayor problema es que muchos ni siquiera saben cuáles son los daños que pueden sufrir las gafas con un cuidado incorrecto. Y eso que el cuidado correcto de las gafas no es nada complicado, ¡todo lo contrario! Solo tienes que tener en cuenta lo siguientes puntos.
Usa una gamuza de microfibra especial para limpiar las gafas cuando estás fuera de casa. De este modo podrás eliminar la grasa y la humedad de su superficie, dejándola reluciente de nuevo. No obstante, esto no sustituye una limpieza regular de las gafas.
Al usar la gamuza de microfibra: Para evitar rayaduras en la superficie de los cristales, antes de limpiarlos con la gamuza conviene aplicar un poco de agua o soplar sobre los cristales para liberarlos de partículas gruesas de suciedad o de polvo.
Coloca las gafas bajo un grifo de agua corriente para eliminar las principales impurezas. El agua debería ser templada, no demasiado caliente, para evitar dañar el recubrimiento de los cristales. Aplica suavemente un poco de detergente lavavajillas sobre los cristales, frotándolos con las yemas de los dedos sin ejercer demasiada presión. Después, acláralos con agua. A continuación, limpia las gafas cuidadosamente con un paño de microfibra. Cubre las gafas completamente con el paño por los dos lados y deslízalo suavemente, haciendo movimientos circulares y sin presionar demasiado. En el caso de las monturas al aire, para no tensarlas en exceso, lo mejor es sujetarlas por los bordes.
En tu óptica puedes encontrar líquidos especiales de limpieza que te ayudarán a lucir tus gafas relucientes cada día.
Acude a la óptica cada 4-6 meses para que limpien tus gafas con un aparato de ultrasonidos. Normalmente, este servicio es gratuito. Por supuesto, también puedes adquirir un dispositivo de limpieza por ultrasonidos para limpiar tus gafas en casa.
Un consejo: Los cristales provistos de Efecto Loto, un tratamiento antiadherente adicional, resultan más fáciles de limpiar.
Ropa, pañuelos, papel de cocina, toallas, etc. dañan la superficie de las gafas (efecto lija).
Un consejo: No uses pañuelos para limpiar tus gafas, ya que atrapan partículas de suciedad que pueden causar rayaduras microscópicas al frotarse contra el cristal, causando que el mismo se desgaste con el tiempo y pierda su brillo y su poder de refracción.
Incluso pequeñas rayaduras, que no se pueden percibir a simple vista, pueden irritar los ojos.
Limpiacristales, detergentes concentrados y productos similares dañan el recubrimiento de los cristales y la superficie de la montura.
No uses detergentes o jabones nutritivos que, si bien cuidan tu piel, contienen bálsamos grasos que dejan marcas residuales en los cristales.
La mayoría de las toallitas húmedas contiene alcohol, lo cual puede dañar los cristales orgánicos de tus gafas, por lo que no conviene usarlas.
No apliques demasiada presión en las gafas al limpiarlas para evitar que se deforme la montura y que se dañe la superficie de los cristales.
¡No utilizar bajo ningún concepto! Los detergentes y las sales de estas máquinas pueden rayar tus cristales. Además, la montura podría deformarse debido al calor excesivo.
Guarda tus gafas siempre en su estuche. Lo óptimo sería envolver las gafas en su gamuza de microfibra antes de guardarlas. Por supuesto, la gamuza debe estar limpia para evitar que las gafas entren en contacto con arena o partículas de suciedad. El propio estuche es el mejor lugar para guardar la gamuza, ya que de este modo se evita la acumulación de polvo en la misma. Si se ensucia, puedes lavar el paño de microfibra con un detergente para prendas delicadas, sin emplear suavizante y a una temperatura máxima de 40 grados. Cuando no puedas guardar las gafas en su estuche, colócalas siempre reposando sobre las varillas, de modo que los cristales no entren en contacto con una superficie dura que podría dañarlos. Por supuesto, deberías evitar guardar las gafas directamente en el bolsillo de un pantalón o una chaqueta, por ejemplo.